El acontecimiento esperado por muchos, del que más se habla en todos los círculos sociales y por supuesto en los medios de comunicación, el que suscita (y concita) más polémicas: ¿quién ganará?, ¿cómo va a ser la lucha?, ¿darán la talla los nuestros?, ¿ha sido acertada la elección de quienes no representarán? Colombia entera, o casi, se encuentra en una “encrucijada” pero no del alma sino más bien de la conciencia; que si este, está involucrado por los escándalos por la farc política o de la para-política, que este da platica y aquel me ayuda con un puesto....y con tantas opciones., es más que normal que se tenga la “encrucijada”.
Tanto para el que le gusta la política, como para el que ese tema lo tiene sin cuidado; estas semanas de campaña han sido un verdadero festín de candidatos y a un nombre de los nuestros integrando la lista de un partido le salen cinco más. Es la estrategia de quienes tienen la sartén por el mango y la convierten en una marioneta para mover a su antojo al que llega en busca del sueño dorado: ocupar una curul en el Congreso de la República.
Varios son los problemas que tienen estas elecciones a mi entender: Por un lado, el hecho de que aún no somos conscientes de todas las implicaciones que trae consigo el ser parte de un partido político, de unas elecciones, pese a que cada vez más esa realidad incida más en nuestra vida cotidiana. Por otro lado, la expulsión de algunos candidatos o líderes políticos de sus partidos, nos deja ver el afán que se tiene de ser protagonista, aun a costa de renunciar a sus ideales, de no llevar más las banderas de un partido que lo acogió en su seno y creyó en su compromiso de defender hasta el final sus ideales. Hoy ya no importa el pensamiento o lo que persigue un partido, hoy lo que más importa a los candidatos, es qué lista le favorece más.
Es claro que ningún colombiano DE BIEN -ese es el condicionante- puede estar de acuerdo con esta ley (transfuguismo) que sirve para cohonestar delitos. Porque para que una persona se mantenga en el gobierno gozando de partidas burocráticas preestablecidas brincando de azul a rojo, a verde o amarillo, no puede lograrse sino traicionando ideales, y cambiándolos por dádivas.
Esto es una muestra de la debilidad de los partidos políticos en Colombia, y que están integrados de gente oportunista y clientelista. ¿Qué democracia puede existir en este país con unos partidos políticos tan inestables?.
Ahora bien, ¿qué debemos entender por Cultura Política Democrática? Es el conjunto de actitudes, comportamientos, referentes, simbologías y en general, prácticas y costumbres que socialicen, difundan y reproduzcan valores de convivencia civilizada, del diálogo, del pluralismo, del respeto por la diferencia, de la participación ciudadana, en general, que hagan plenamente vigentes y permitan la vivencia de los Derechos Humanos, en tanto estos se constituyen en el tejido ético de la Democracia.
La Cultura Política Democrática se refiere a la construcción de símbolos, discursos y prácticas sociales que articulen la cultura, el pensamiento y la participación con el quehacer político desde la perspectiva de la creación de ciudadanía, es decir, de personas concientes de su papel en el espacio de lo público, con capacidad de ejercer libre, responsable y racionalmente sus derechos y obligaciones.
En Colombia se aprecian esfuerzos y procesos significativos en la búsqueda de referentes desde la perspectiva de la cultura política democrática, especialmente desde la promulgación de la Constitución Política de 1991. Se advierte en ella como ejes estructurantes, su carácter democrático, pluralista, participativo y libertario.
En Colombia se aprecian esfuerzos y procesos significativos en la búsqueda de referentes desde la perspectiva de la cultura política democrática, especialmente desde la promulgación de la Constitución Política de 1991. Se advierte en ella como ejes estructurantes, su carácter democrático, pluralista, participativo y libertario.
Diomar Pino Gonzalez
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